Grabad, pues, estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma; atadlas como una señal a vuestra mano, y serán por insignias entre vuestros ojos. Y enseñadlas a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Y escríbelas en los postes de tu casa y en tus puertas, para que tus días y los días de tus hijos sean multiplicados en la tierra que el Señor juró dar a tus padres, por todo el tiempo que los cielos permanezcan sobre la tierra. Deuteronomio 11:18-21
El pueblo de Israel tenía el reto de las culturas paganas a su alrededor que desafiaron el nombre de Dios. Nosotros tenemos a nuestro alrededor una sociedad dominada por el secularismo y el materialismo. Y la secularización no puede tolerar ni tolerará la cosmovisión bíblica en ningún asunto.
Lamentablemente en muchas de las iglesias hoy en día, han perdido la doctrina bíblica de la familia.
En la mayoría de los hogares la paternidad está muerta, el feminismo ahora determina lo que realmente significa ser mujer. Los matrimonios se están desintegrando y esta institución misma está adoptando una nueva definición.
En muchos lugares es casi imposible encontrar hombres en las iglesias que entiendan la hombría o la paternidad según enseña la Biblia.
Hoy en día la iglesia necesita recuperar tres cosas: El evangelio auténtico, la Palabra de Dios en la Iglesia y la vida familiar bíblica. Debemos establecer de nuevo la prioridad de la familia, sin descuidar la iglesia y que Cristo sea el Señor de la casa.
Necesitamos recuperar tres cosas: El evangelio auténtico, la Palabra de Dios en la Iglesia y la vida familiar bíblica
En el capítulo 11 de Deuteronomio, Moisés concluye este sermón diciendo que, si el pueblo ama de verdad al Señor, su devoción sincera se caracterizará por la obediencia, el testimonio y el compromiso.
La adoración Familiar
Nuestro pasaje bíblico de hoy destacan el importante lugar que la Palabra de Dios debe tener en la vida familiar.
La Palabra de Dios debe compartirse dentro de la familia, usando las numerosas oportunidades que ofrece la vida, para darlo a conocer. Por ejemplo: en las conversaciones íntimas del hogar (cuando te sientes en tu casa), durante los viajes lejos con la familia o al final del día (cuando te acuestes) y también al principio del día (cuando te levantes), estas grandes verdades deben transmitirse fielmente a nuestros hijos.
La Palabra de Dios debe ser el tema central de conversación en el hogar, cuando las Escrituras se leen diariamente y la familia ora unida; nadie puede medir la influencia santificante de la Biblia en un hogar así.
Debemos examinar nuestra vida familiar
La televisión a veces es el centro de la familia. Con esto no estoy opinando que debemos vivir en el pasado. Sin embargo, debemos cuidar la calidad de lo que entra a nuestras casas por la televisión y por otros medios masivos de comunicación.
Debemos establecer y mantener costumbres cristianas para la familia. Como mencione anteriormente, estas deben incluir la lectura de la Biblia, la oración y la adoración con otros cristianos.
Un lugar de confianza
Debemos mantener la familia como un lugar de confianza. Como padres debemos exponer y practicar las enseñanzas de la Biblia. Sin embargo, cuando nuestros hijos fracasan deben saber que el hogar es un lugar donde hay perdón.
Alguien me preguntaba ¿Tenemos que escribir estos versículos en los postes de nuestra casa y en nuestras puertas?
¡Buena idea! en muchos hogares cristianos por ejemplo, tienen escrito en las puertas de entrada Josué 24:15: “Pero yo y mi casa serviremos al Señor”. En la mayoría de las casas de creyentes tienen textos enmarcados de la Escritura colgando de las paredes en el interior.
Cuando damos a las Santas Escrituras el lugar apropiado en la familia, no solamente nos ahorramos horas desperdiciadas de charlas triviales con otros, sino que nos ocupamos con los temas que realmente importan, los que son de consecuencia eterna, y mantenemos una atmósfera cristiana en nuestros hogares.
La familia debe ser fortalecida por y para la obra de la iglesia. La iglesia y la familia deben colaborar estrechamente en la enseñanza espiritual.
¡DIOS TE BENDIGA Y HASTA LA PROXIMA, SI DIOS LO PERMITE!